Reabren el Teatro del Ángel después de años de abandono

“El público aplaudía muy entusiasta y hubo mucho interés de la prensa. Era una novedad que estuvieran juntas la Bélgica (Castro) y la Ana (González). Fue nuestra primera obra en un teatro propio, cumplíamos el sueño de la vida”. De esta forma, el dramaturgo Alejandro Sieveking (84) recuerda hoy la inauguración del Teatro Sala del Ángel con el estreno de su obra “La mantis religiosa”, en mayo de 1971.
Luego de estar abandonado y habiendo tenido diversos usos hasta 2015, el céntrico recinto volverá a funcionar desde octubre próximo. Así se suma a las recientes aperturas del cine Lo Castillo y del Teatro Parque Cousiño (ex-Humoresque).
En 2017 fue comprado por los actuales dueños -una sociedad de acciones-, quienes buscarán posicionarlo como un espacio multimedia.
Las reparaciones comenzaron en febrero pasado y se espera terminen a fines de este mes. Las butacas fueron sacadas y liberaron el espacio para instalar sillas y mesas plegables. El escenario no se tocó.
“Es una sala neutra, la rebautizamos como Espacio del Ángel porque tiene la connotación de que un espacio lo llenas como quieras”, asegura Edmundo Hermosilla, actual administrador e hijo del exministro de Estado del mismo nombre.
Charlas y conferencias serán sus usos entre las 08:00 y las 19:00 horas. Luego, la sala podrá ser usada para música, teatro, danza e incluso fiestas. “Queremos darle un mayor abanico de usos”, dice Hermosilla.
De obras clásicas al porno
En 1971, Sieveking junto a su esposa, Bélgica Castro, y a Ana González se asociaron y pidieron un préstamo para adquirir la sala ubicada en una antigua galería de la calle Huérfanos, en el centro de Santiago. Era un auditorio pequeño, con 192 butacas y un escenario de seis por siete metros.
Bajo el nombre de Compañía del Ángel, montaron obras de la escena universal y de la dramaturgia nacional. “Nos entendíamos casi sin hablar, era un ambiente sin problemas”, destaca hoy Sieveking.
Tras una docena de estrenos a sala llena, Sieveking y Castro decidieron emigrar a Costa Rica en abril de 1974, lo que significó el fin de una primera etapa de la sala.
Ante esta situación, la actividad se detuvo por más de un año y el teatro pasó a Ana González, quien en 1976 formó la compañía “Los Comediantes” junto a Héctor Noguera, la que se mantuvo hasta 1984.
Durante los dos primeros años presentaron obras clásicas, como “Tartufo”, de Molière. Y, posteriormente, piezas nacionales, como “Testimonio de las muertes de Sabina”, de Juan Radrigán. Pero Noguera se queda con una obra en particular: “‘La maratón’, de Claude Confortés, dirigida por Raúl Osorio. Te diría que es lo que más me gustó presentar en la Sala del Ángel”.
Luego viene el declive, pues el público dejó de asistir. En 1985, el teatro se transformó en cine arte, y en 1998 fue arrendado por una cadena de cine porno, que estuvo por más de 15 años. “Fue pésimo que un espacio destinado al teatro haya sido dedicado al porno, no tuvo ninguna consecuencia con la historia anterior”, plantea Noguera.
“La pintaron de verde y pusieron cortinas de terciopelo. La sala se veía chica y prostibular”, agrega Sieveking entre risas.
En 2015, el teatro fue arrendado por los productores Cristián Poblete y Carlos Cornejo, quienes programaron obras clásicas. La reapertura fue en abril de ese año con el reestreno de la obra de Sieveking “Tres tristes tigres”, dirigida por Willy Semler.
Luego se reestrenó “Tres Marías y una rosa”, de David Benavente, bajo la dirección de Gonzalo Pinto. “Quise montarla en ese lugar como un homenaje a la historia del teatro”, asegura el director. Pero este proyecto no fue rentable. “La sala tiene una magia maravillosa, pero hay que pagar cuentas y la gente no llenaba las butacas”, agrega Pinto. En agosto de ese año, Poblete y Cornejo dejaron la administración.
Ahora, la sala escribe una nueva página en su historia.